Carlos E. Albona, el cubano que desea promover otra revolución energética
Lo dice y lo hace. Menos de una hora de conversación en el césped de un parque de La Habana te lleva a sospechar que este cubano funciona, él mismo, con energía renovable, como su casa y su carro, donde ya instaló paneles solares desde hace varios años.
“Yo tengo algo así como lo que García Márquez decía de Fidel, que iba al futuro y regresaba a contarte lo que iba a pasar o que podía escuchar crecer la hierba al doblar de la esquina… algo así, pero un poquito más modesto” , así me explica el hecho de que haya decidido invertir en generadores de energía renovable mucho antes de que la autorización para importar estos equipos con facilidades arancelarias pusiera “de moda” el tema.
Hasta esta determinación los llevó un sentido ecológico o lo que a él le gusta llamar “pensamiento verde” , para luego echar la broma de que se refiere al verde de la ecología y no el de los dólares. Su compañera, Ileana Ruiz, lo acompañó en la aventura desde el principio, cuando podía parecer locura de un taxista deslumbrado con las historias de algunos clientes, funcionarios de la Unión Eléctrica, sobre los primeros parques fotovoltaicos que se iban creando en el país:
“Había leído muy poquito sobre el tema pero me daba curiosidad y entonces entramos a uno de ellos. Lo que vi fue una maravilla de cómo funcionaba el sistema y me llegó la idea. A partir de ahí empecé a investigar, a ganar cultura sobre el tema de estudiar mucho en Internet, autodidactamente…”.
Otra de sus múltiples facetas, la deportiva, lo llevó hasta San Francisco, California, para participar en una competencia de Triatlón, sin embargo, el sol y sus poderes terminó de atraparlo en medio del torneo: California es la cuna de Tesla, de los autos eléctricos, por donde quiera que te virabas había paneles solares. Tiene un camino recorrido en esto de la energía renovable y en la ciudad tú ves cómo se implementan todas estas cosas, hay molinos de viento (generadores eólicos), hay parqueos exclusivos para los autos eléctricos…
Del sueño a la realidad
De la decisión a la determinación y de allí a los hechos. Es una oración corta para escribirlo, pero el camino de lograr que el apartamento de Alamar donde viven Carlos y Lily se abasteciera durante casi todo el día con energía solar no fue breve y mucho menos fácil:
“Yo no dudo que ya el Estado cubano estaba pensando en esto, pero había una laguna legal y a nosotros nos tocó nadar en esa laguna. Muchas veces tragamos agua. Antes de hacer cualquier inversión nosotros nos reuníamos con el jurídico de la Aduana y no aparecía una regulación, un reglamento, una norma jurídica, nada que tuviera que ver con los paneles solares u otra de las fuentes de energía renovable. Entonces planteábamos que, si tenían prevista la entrada de una planta eléctrica, se podía equiparar la potencia para paneles solares y para planta eléctrica y era una manera de introducir algo que es muy necesario y que puede ser el futuro de Cuba.
“Tuvimos que buscar en lo imposible, lo posible. A veces encontrábamos funcionarios que entendían perfectamente y a veces encontrábamos otros que vacilaban, por el miedo al cambio la inseguridad de salirse de su área de confort… Las trabas no tienen que ver siempre con que la gente tenga mala vibra, sino con la falta de capacitación.
“Queríamos que todo fuera legal, que nada tuviera ni un atisbo de ilegalidad. Como no habíamos notado que a nivel de autoconsumo, o sea, la gente por su cuenta o a nivel comunitario, existiera esto en Cuba, preguntamos en la Oficina de la Unión Eléctrica en Alamar si había algún inconveniente y nos dijeron que no. Pero sí los había y no de la voluntad de que pudiéramos hacerlo, sino inconvenientes técnicos, la Unión Eléctrica no estaba preparada para asumir esos cambios por una cuestión de que no tenían como invertir, por ejemplo, en cambiar los metros contadores…”.
No obstante, ese “detalle” no detuvo los planes de Carlos: “Lo primero que hicimos fue, antes de instalar los paneles, tratar de llevar el ahorro en la casa al máximo, porque si no, para poder compensar lo que tú necesitas de energía, tendrías que instalar un sistema muy grande y eso significaría más dinero. Entonces, primero buscamos la mayor simplicidad en la vida de nosotros, para que la inversión fuera lo más eficaz posible. Teníamos tres opciones y utilizamos la más barata. Una era comprar paneles para producir electricidad con inyección a la red, otra con acumulación de energía, que lleva baterías y la otra un sistema híbrido. Empezamos por el más sencillo, aunque también tiene su complejidad.
“En la práctica, ahora no consumimos corriente de la red eléctrica entre las 9:00 de la mañana a las 4:00 de la tarde. La casa se sostiene totalmente con los paneles solares en ese horario, con todas las funciones, excepto el aire acondicionado y nos sobra corriente. Ese excedente lo exportamos a la red eléctrica tradicional. En verano, estamos consumiendo entre 8 y 10 kilowatts en el día y entregamos entre 2 y 3 a la red.
“Con el metro contador que teníamos, ese excedente nos lo cobraban también como consumo, pero cuando cambiaron las tarifas eléctricas comenzamos la batalla por cambiar eso. Fue una batalla tremenda en el Ministerio de Energía y Minas, donde no resultó tan expedito como queríamos, pero fue posible. Encontramos personas que entendían el tema, que tenían este tipo de conciencia y logramos cambiar el contador. En este momento la empresa me paga, por contrato, a 1.50 pesos el Kw que le doy a la red eléctrica…”.
Y ahí está planteada la próxima “batalla», pero Carlos espera librarla en equipo, con otros cubanos y cubanas que se decidan a aportar por la generación de energía renovable: Se trata de actualizar los pagos que recibe de la empresa en función de las nuevas tarifas eléctricas, de modo que sea más equilibrada la relación. De todas formas, él y su compañera, aún sin la nueva norma de pago que deberá llegar, están contentos: “nunca pensamos en esto como negocio, sino como una medida de ahorro que sí funciona”.
De la experiencia, un consejo dice y repite para quienes se dispongan a optar por estas alternativas energéticas: “Tienes que prepararte para hacer cualquier proyecto de estos, no quiere decir que te vuelvas un especialista, pero tienes que tener un mínimo de cultura sobre el tema. Porque, por ejemplo, cuando nosotros fuimos a comprar los paneles en Miami, el idioma no era un inconveniente, pero sí lo era el conocimiento, la gente trata de venderte lo que se aviene a sus intereses, porque ellos cobran por comisión, entonces uno tiene que mostrar cierta cultura sobre el tema para que ya la gente te empiece a respetar”.
Pero sin pensarlo dos veces, se volvería a meter en el rollo: “Nosotros somos la prueba viviente de que sí funciona. La inversión inicial es alta, sin embargo un panel solar te puede durar 25 años y digamos que en Cuba te puedas demorar siete o 10 años para resarcir tu inversión, pero desde el primer momento en que instalas tu equipamiento, ya estás ahorrando y ya tienes un beneficio, que es psicológico y fuerte, porque no es lo mismo que una factura de luz te venga con 1 000 pesos, que con 30 ó 40”.
Otra revolución energética
Carlos cree que hacia eso vamos o deberíamos ir, pero pasa por “actualizar el pensamiento desde la tecnología: adaptarse, recalificarse, transformar las estrategias de comercialización, no puede ser que un equipo inverter, que es ahorrador, cueste más que uno regular, si se estimulara más la compra de los primeros implicaría ganancia para la economía personal y también para la economía del país, o sea, los precios deberían favorecer a las tecnologías ahorradoras o ecológicas.
“Es importante decir que apaguen los bombillos innecesarios, eso fue de hecho lo primero que hicimos nosotros, pero también hay que promover las energías renovables, que no es solo los paneles solares, puede ser un mini generador eólico, que cumple la misma función, solo que utilizando el viento y no te hablo de la hidráulica, que se podría poner un generador a una tubería de agua que esté bombeando…”.
Adecuar las ofertas que existen dentro del país a las condiciones del cubano es otra de las estrategias que, a juicio de Carlos, podrían estimular la adquisición de estos equipos. Él no se refiere a que haya subsidios o gratuidades, sino diversidad en cuanto a las capacidades de los paquetes de paneles solares, por ejemplo, de modo que algunos de ellos puedan ser alcanzables por una mayor cantidad de bolsillos.
“¿Qué quisiera promover yo? Otra revolución energética, que es necesaria. Hay un plan para el año 2030 de incorporar un por ciento de generación de energía renovable como propósito del Estado, pero ¿por qué no se hace un plan de las posibilidades que tiene el sector residencial? Cada vez que hay un déficit energético qué hace el Estado, hacerse el harakiri para salvar al sector residencial y afecta su producción la Antillana de Acero, por ejemplo. Eso es un boomerang. ¿Por qué no incorporar al sector residencial en esa idea? Hay mucha gente que no puede, pero hay muchos que sí tienen la posibilidad y el interés”.
Por su parte, está listo para cooperar, promover, impulsar: “yo no quiero protagonismo, yo no quiero ser líder de nada, yo solo quiero cooperar para tener un mejor país” . Carlos ve hacia el futuro escuelas y policlínicos de su patria alimentados con energía renovable. Si le das unos minutos, te explica el ciclo total en el que cada uno aporta y todos nos beneficiamos. “El Estado está apretado” , me dice, convencido de que no se le puede dejar todo el trabajo. Si le das unos minutos, te convence de que no hay imposibles y de que lo posible está dentro del socialismo.