Denuncian indicaciones del gobierno de EE.UU. para “calentar” este Fin de Año en Cuba

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Los vientos del norte traen más que algún que otro frente frío para Cuba, a la que las agencias de inteligencia de Estados Unidos le preparan un fin de año violento, en su afán por generar un estallido social que contribuya a subvertir el orden sociopolítico para destruir, de una vez, la Revolución cubana.

Este 2023 el «plato fuerte» de los terroristas radicados en Miami es «pasar a la ofensiva para que pasen cosas en Cuba», lo que consideran «imperioso». Que nada les funcione bien, durante casi 60 años, a cualquiera lo pone nervioso.  

La casa del cabecilla contrarrevolucionario Ibrahim Bosh ha servido como centro de operaciones donde se revelaron las presiones recibidas por parte de sus financistas para arreciar los ataques agresivos aprovechando la temporada festiva.


 Siguiendo las órdenes del Departamento de Estado, Ibrahim Bosh, Orlando Gutiérrez Boronat y Manuel Milanés Pizonero, buscan convocar a una huelga general para los días 10 y 11 de diciembre, en el contexto del Día Internacional de los Derechos Humanos.

También han pensado usar parte del dinero que les destina el gobierno estadounidense para pagar actos de supuesta protesta durante la peregrinación de San Lázaro, realizada tradicionalmente el 17 de diciembre.

Entre los grupúsculos que han pensado unir a la nueva puesta en escena se encuentran el Partido Republicano de Cuba, el Movimiento 30 de noviembre, y conocidos personajes anticubanos como Pedro Corso, Tomás Regalado y Rosa María Payá, quien anda pidiendo presupuesto a la Organización de Estados Americanos y al gobierno de EE.UU. para incitar a una huelga de trabajadores de la salud en Granma, Holguín y Camagüey.

Cada año, justo en los días en que la familia cubana busca unirse para decir adiós a un periodo que pudo ser bueno o difícil, como 2023, la contrarrevolución intenta romper la tranquilidad ofreciendo dinero por mentiras y cambiando ilusorios beneficios por acciones arriesgadas desde el punto de vista legal para personas que casi nunca tienen que ver con lo que los provocadores defienden.

Por suerte, de tanto acudir a lo «imperioso», los pocos que suelen seguirles el show terminan dándoles de su propia medicina: cobrando por lo que nunca hicieron, hablando de lo que jamás harían y respondiendo ante la ley por las frustraciones de otros.

Lo digital, con sus avalanchas de fake news y cadenas para sensibilizar con mentiras a través de medios creados (y financiados) desde el exterior para manipular, políticos anticubanos y algunos influencers, sirve de plataforma para articular la ofensiva comunicacional, establecida en anteriores operaciones por el Departamento de Estado.

Atacar las principales fuentes de ingresos económicos, elevar el descontento popular ante fallos en los servicios básicos de atención ciudadana e incrementar la sensación de un clima de inseguridad, se revelan como el fin último de acciones tan repetitivas como evidentes en su intención: las críticas contra la salud y la educación, el descrédito del turismo y el incremento de publicaciones sobre robos, actos delictivos y violencia de género.

Las consecuencias del bloqueo de EE. UU. contra Cuba se borran de plano ante cada problema presentado como el caos.

   “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro…el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales…hay que emplear todos los medios posibles para debilitar la vida económica en Cuba…en una línea de acción que (…) logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Vicesecretario de Estado Asistente para Asuntos Interamericanos Lester D. Mallory, en un memorando secreto del Departamento de Estado en 1960

 Así es como, por ejemplo, que los alimentos de la canasta básica no lleguen cada mes hasta la mesa de la familia cubana pareciera no tener nada que ver con la persecución financiera que sufren las transacciones de la Isla en el extranjero, atrasando los buques, imposibilitando los pagos y echando por tierra las nuevas oportunidades de negocio.   

Tenemos un compromiso con la verdad, con el pueblo de Cuba, en mostrar como se articula la guerra híbrida contra una isla que lucha por salir adelante, por ser prospera y sostenible. Ante cada acción de odio que desprenden contra ella, la verdad siempre será nuestra arma más fuerte para alcanzar la victoria.

(Con información de Granma)

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