El síndrome del engaño de EE. UU. contra quienes se le oponen

Los tráilers de lo que parece ser una nueva temporada de la serie «El Síndrome de La Habana» comienzan a exhibirse en los medios de comunicación rentados. La historia sigue el guion de las puestas en escena anteriores.

A pesar del esfuerzo de Cuba, de la comunidad internacional, e incluso de un grupo importante de científicos estadounidenses que saben que no existen evidencias sobre la posibilidad de los mal llamados ataques sónicos, vuelve la trama sesgada de la supuesta agresión a funcionarios de EE. UU.

Según refiere CNN, agencias federales de Estados Unidos están investigando dos nuevos incidentes, esta vez en suelo de esa nación, incluido uno cerca de la Casa Blanca en noviembre del año pasado, «similares a los ataques misteriosos e invisibles que han provocado síntomas debilitantes para decenas de funcionarios estadounidenses en el extranjero».

Ambas «víctimas», uno de ellos un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, supuestamente sufrieron los mismos síntomas inexplicables que el personal estadounidense en Cuba, China y Rusia comenzó a experimentar a partir de finales de 2016: dolor de oído, vértigo, fuertes dolores de cabeza y náuseas, a veces acompañados de un «ruido direccional penetrante» no identificado.

Debemos recordar que científicos británicos y estadounidenses determinaron, en 2019, tras analizar la grabación del «ruido direccional penetrante», que se trataba del eco del chillido del grillo de cola corta de las Indias.

En otro incidente narrado por un exfuncionario estadounidense, según cnn, infantes de marina en una base remota en Siria desarrollaron síntomas similares a los que insisten en acuñar, nombrar y establecer en la opinión pública internacional como el «síndrome de La Habana», poco después de que un helicóptero ruso sobrevolara la base.

La demonización o satanización es una técnica retórica e ideológica de desinformación o alteración de hechos y descripciones, utilizada para construir una imagen negativa y justificar el castigo al adversario.

La trama de los supuestos ataques sónicos, bautizada con toda intención como «Síndrome de La Habana», sirvió de pretexto, como se desclasificó recientemente, para enrarecer seriamente las relaciones entre Cuba y ee. uu., durante la administración Trump, así como para justificar las medidas coercitivas aplicadas contra la Isla en todos los terrenos.

El nuevo equipo de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden también ha dado a la investigación de los incidentes sónicos una prioridad máxima, dijo recientemente, un alto funcionario, según Chicago Tribune.

Bill Burns, nuevo director de la cia, dijo a los senadores, durante su audiencia de confirmación, que llegará al fondo de los «ataques de La Habana».

No sorprende que el senador Marco Rubio alegara que el número de afectados podría ser mayor e involucraría a más de 40 diplomáticos y familiares en la Embajada de Estados Unidos en La Habana, y al menos a una docena de diplomáticos en el consulado en Guangzhou, China.

La falacia de los supuestos ataques sirve para justificar el intento de privar de combustibles, alimentos y medicinas al pueblo cubano.

Para algunos «es necesario mentir como un demonio, sin timidez, no por el momento, sino intrépidamente y para siempre (…). Mentid, amigos míos, mentid, que ya os lo pagaré cuando llegue la ocasión», dijo Voltaire. Sin duda, mienten sobre Cuba, sin timidez, como verdaderos demonios.

 

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