Fantasías y mentiras de una tarde de invierno en Washington DC

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La audiencia celebrada el pasado 18 de enero en el subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos fue un escenario de gran utilidad para comprender el circo de la política contra Cuba.

Desnuda, una vez más, claves de la dinámica actual engañosa con que se conduce el gobierno de Estados Unidos y la verdadera estatura moral de una de las más hostiles miembros del Congreso y los sectores que representa dedicados por completo a intentar perpetuar las políticas criminales heredadas de Trump e impedir que se apruebe cualquier modificación mínima del cerco que represente un alivio real a nuestro pueblo.

A pesar de que la congresista María Elvira es la presidenta del subcomité del hemisferio occidental, hoy en manos del partido republicano que controla el liderazgo en todos los Comités y subcomités de la Cámara Baja del Congreso, este evento fue también una oportunidad para comprobar el decoro de un número mayor de legisladores que promueven un cambio positivo y real en la política hacia Cuba.

Aún bajo el acoso y agresión de María Elvira quien trató de intimidar sin conseguirlo a la congresista Barbara Lee y sus colegas con la descortesías más groseras y creo que inéditas, fueron más los que insistieron en elevar su voz en defensa de sus posiciones, que por cierto, es la posición de una mayoría de los cubanos y estadounidenses que se suman al reclamo de que se ponga fin al bloqueo contra Cuba y a otras medidas extremas que hacen sufrir al pueblo de Cuba. Llama la atención que al expulsar a Lee, la congresista Salazar admitió sin embargo a la representante connotada anticubana Debbie Wasserman Shoultz quien rehusó a la invitación explicando que no podía aceptar el tratamiento dado a su colega demócrata Barbara Lee.

Entre los enfoques más genuinos prevaleció en las intervenciones, opuestas a las afirmaciones sin evidencia de la congresista Salazar de la Florida, el llamado de los legisladores Kam Lager Dove y Joaquín Castro a poner fin a la inclusión de nuestro país a listados a los que no pertenece como el de Estados patrocinadores del terrorismo sin que pudiera escucharse en esa sala ni por los representantes del ejecutivo o la señora congresista una sola razón que justifique tal designación, más allá de la retórica de la ficción y exclamaciones ignorantes de la historia del hemisferio de las que hizo gala María Elvira. Tampoco tuvo éxito en demostrar que no existen mipymes en Cuba o que todas están integradas por personas del gobierno cubano.
En este contexto, se manifestó alto y claro el desdén con que los actores claves en la prolongación y el recrudecimiento de las medidas que ha provocado la mayor ola migratoria de cubanos ante el aumento sin precedentes del abuso contra Cuba y sus consecuencias cotidianas.
Se aproximan las elecciones generales en Estados Unidos, el simulacro de democracia más caro de nuestros tiempos, dominado por la desinformación, la polarización política, el papel del dinero y el avance del fascismo, el racismo, la xenofobia, el egoísmo y los instintos más primitivos del género humano.
En ese escenario, cada aspirante a conservar o ganarse un puesto en la piñata de posiciones, presupuestos y programas de fondos en el Ejecutivo o el Congreso, entre otras candidaturas, se apura y corre a posicionarse de acuerdo a lo que considera necesario para garantizar el apoyo de sus donantes y a tratar de ajustar posiciones públicas para atraer contribuciones al mismo tiempo, que en muchos casos, engañar a los electores sobre las razones de sus posiciones más controversiales.

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Pero pongamos a un lado a la retórica y miremos a los hechos recientes. Que alguien diga que no ha sido María Elvira protagonista y defensora a ultranza del cierre del consulado en la Habana que separó a la familias, autora del proyecto de ley que hoy avanza en el Congreso con mentiras gigantes para tratar de impedir que algún Presidente, con voluntad política de poner fin al fraude, tenga la decencia de sacar a Cuba de listados unilaterales y arbitrarios a los que no pertenece como el de Estados patrocinadores del Terrorismo, libertad religiosa, derechos humanos o trata de personas entre otras designaciones sesgadasy políticamente motivadas sin conexión con el desempeño real de Cuba en la materia. Valdría la pena ver los videos en los que trata de intimidar y amenaza de forma ridícula y exagerado histrionismo al subsecretario asistente Jacobstein quien pareció contrariado ante tanta agresividad pero no perdió la compostura y trató de complacer en lo posible a la hipócrita y farsante diputada.

Claro que no es la única y no está sola en ese esfuerzo de odio y destrucción. Sus posiciones se complementan junto a las de los senadores Marco Rubio, Ted Cruz, Díaz –Balart y otros legisladores que gracias a las generosas contribuciones que reciben de sectores adinerados que se benefician con la ausencia de vínculos entre Cuba y Estados Unidos (negocios que pueden ser para muchos quedan entre unos pocos), solo han utilizado el nombre o descendencia cubana para mentir, extorsionar y lucrar a costa de promover con sus declaraciones y acciones cotidianas el incremento del cerco económico y financiero contra Cuba y el sufrimiento y carencias de nuestra población. En esta lista que hoy es más larga que nunca en el Congreso destaca la gestión mafiosa del finalmente atrapado senador Bob Menendez cuya ambición y corrupción ilimitada parece se ha extendido a otras dimensiones más allá del dominio de la agenda anticubana de la Casa Blanca a la que hasta hace muy poco presumía públicamente y con razón de controlar por completo.

Por eso a nadie le puede extrañar que Maria Elvira organizara una audiencia para cuestionar la existencia de nuevos actores económicos en Cuba, especialmente de las mipymes, cooperativas agropecuarias o trabajadores por cuenta propia cuando se habla desde hace meses y algunos se creen erróneamente que incluso ya fueron adoptadas medidas para aliviar en algo el impacto que en el sector que Estados Unidos declara su favorito tienen las medidas del gobierno que dice defenderlo. Tampoco sorprende a nadie que al final le pidiera ayuda al gobierno y otras contrapartes empesariales de origen cubano para asegurar que sus amigos puedan abrir negocios privados en Cuba que tres minutos antes aseguró no existen. Ya se ha visto todo.

La verdad es que la idea del gobierno estadounidense es segmentar con criterio discriminatorio la economía cubana, que es una sola, con el objetivo de agredirla. También es verdad que Cuba ha dicho que no nos opondremos a medidas que alivien el cerco aún si no son para todos. Y por supuesto que se habla en serio cuando el gobierno cubano explica que apoyamos a ese sector en su desarrollo interno y vínculos naturales con el exterior para operar, pero como cualquier otro país no permitirá que Estados Unidos lo utilice para violar la ley o intervenir en los asuntos internos de Cuba algo para lo cual Estados Unidos asume que tiene apoyo en el emergente sector de negocios privado cubano, pero no hay evidencias de esa presunción.

No es ocioso recordar que aunque políticos y medios de desinformación lo ignoren estos espacios hoy existen gracias a las políticas y actualización del modelo adoptado por la Revolución tras su aprobación democrática por los cubanos a población cubana, al amparo de nuestra legislación, Constitución de la República. La existencia de este sector de la economía no se comprueba en una audiencia circo con una vociferante conductora antes periodista-locutora que devino política profesional de la maquinaria del odio de Miami. Dicha existencia es fácilmente detectada en los registros públicos actualizados en línea en que aparecen las 492 páginas con 10079 entidades para el 15 de enero y en la cotidiana actividad y complejidad del escenario económico actual de Cuba que continúa en transformación de acuerdo a los debates, intereses y decisiones adoptadas de cara al pueblo de Cuba y no bajo presión alguna o interés de Estados Unidos.

Lo cierto es que, hasta el día de hoy, Estados Unidos castiga con sus medidas absurdas y crueles a toda la población cubana sin que exista por la parte cubana medida alguna de reciprocidad frente a tanto atropello o motivo real para el abuso desmedido que contra Cuba Estados Unidos comete.

Y es así como la Congresista María Elvira, en medio de los efectos más duros de la pandemia y la dificultad para obtener los insumos médicos para nuestra industria farmacéutica poco después que hacía estragos en nuestra economía la inclusión en la lista terrorista, decisión del ejecutivo de Trump, que ahora ella pretende convertir en ley para que nadie la cambie, hablaba entonces de la comedia de colocar globos para poner internet en un país supuestamente sin internet. En ese mismo derrotero, la Congresista se oponía a quienes pedían abrir la sección consular de Estados Unidos en La Habana para que familiares pudieran encontrarse en EEUU y cuando la inundaron las presiones aflojó con el invento de facilitar el otorgamiento de visas en territorio ocupado de Guantánamo.

Asimismo apoyó todo tipo de injerencia e intervención en Cuba; vigiló al Departamento de Estado para que persiguiera los programas de cooperación y a los ingresos del sistema de la salud pública para todos los cubanos incluyendo nuestros niños y ancianos, mientras posaba en los medios de desinformación de la Florida con una niña, una sola niña, a quien le resolvió la visa.

Qué tiene para decirle la congresista a los padres y madres, al personal de la salud, a los familiares que hemos visto sufrir cuando sus seres queridos por falta de medicamentos como resultado inmediato del impacto de las medidas adicionales de bloqueo que conformaron el experimento de la “máxima presión” inventado por el equipo de demolición del gobierno de Trump, Marco Rubío y sus aliados en el Congreso bajo la lógica de que si se aprieta lo suficiente a Cuba para hacer “perfecto” el bloqueo, nos faltará todo, se desestabilizará el país y eventualmente lograrán derrocar al gobierno de Cuba para cumplir todos los sueños frustrados de dominación y anexionismo.

A eso era a lo que se dedicaba a asegurar la congresista María Elvira mientras más de 100 de sus colegas del Congreso como la congresista demócrata por California Barbara Lee, una de las mujeres legisladoras más respetadas, quien fuera presidenta del Caucus Negro sumaba su firma a las cartas que exigían al gobierno de Biden prestar atención a la realidad de Cuba, detener la medidas de Trump que hacían tanto daño y que contribuyeron al aumento de la mortalidad infantil de Cuba, al incremento del flujo migratorio descontrolado y afectaron el bienestar, la integridad y el nivel de vida del pueblo de Cuba que María Elvira dice que quiere liberar.

Es falso el dilema conveniente, como excusa a la parálisis, que son las presiones de los sectores extremos que presionan a su gobierno los que impiden que se reviertan las medidas que tanto Biden criticó al calificarlas de inhumanas. Es una opción y una elección del Ejecutivo apostar por la política de máxima presión que si bien ha fracasado en su objetivo último de cambio de régimen, ha sido efectiva en deteriorar el nivel de vida de las cubanas y cubanos al punto de afectar áreas de interés y prioridad para la política bipartidista de Estados Unidos como el flujo migratorio desmedido.

Por último, aunque tengo unos cuantos años trabajando en los temas de Estados Unidos puedo recordar perfectamente la insistencia de la entonces joven y también ambiciosa y oportunista periodista para tratar de entrevistar en más de una ocasión al Comandante en Jefe Fidel Castro. Parece mentira que hoy le vaya encima a una de sus más prominentes colegas, que por cierto han sido muchos, por viajar a Cuba y reunirse con los jefes de gobierno de un estado vecino y soberano.

Por eso a nadie debe sorprender que hoy convoque a una audiencia para asegurarse, mientras habla del bienestar de Cuba, de que el gobierno de Biden no hará nada de nada para ayudar siquiera al sector que alega desea favorecer y que se ha desarrollado bajo las decisiones del gobierno de Cuba y a pesar del bloqueo, el inmovilismo y los innumerables obstáculos impuestos por las medidas de guerra económica de los Estados Unidos.

De más está decir que, más allá del espectáculo bochornoso de presiones , mentiras e insultos protagonizado por la señora que dice quiere liberar y traer la democracia a Cuba, todos los que conocen al menos un poquito del sistema político estadounidense saben que ni en el odio ni el oportunismo de María Elvira está la explicación verdadera de la decisión del gobierno del presidente Biden de mantener casi intacta la política y las medidas criminales de Donald Trump que tanto daño provocan a Cuba, a terceros y a los propios estadounidenses. En la ausencia de voluntad política y aspiración compartida de injerencia, intervención política y dominación están las causas reales del status quo.

El “mito” verdadero de la jornada es afirmar el bienestar del pueblo de Cuba importa mucho a los patrocinadores del maltrato.

(Con información de Cubadebate)

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