La Demajagua, de ingenio a Altar sagrado de la Patria

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Al llegar al sitio histórico La Demajagua todo es solemnidad. Allí hasta las piedras parecen honrar la epopeya escrita en ese paraje, el 10 de octubre de 1868.

Cien años después de aquella épica alborada, en la que el entonces patricio bayamés Carlos Manuel de Céspedes diera la libertad a sus esclavos, y por vez primera convocara a negros y blancos a unirse en la lucha contra el dominio español en Cuba, el otrora ingenio «renacería» convertido en Parque Museo Nacional La Demajagua, justo el 10 de octubre de 1968.

Precisamente, en vísperas del aniversario 55 de su fundación como institución museística, Granma se acerca a algunas pinceladas históricas de ese escenario emblemático de la nación, considerado hoy un Altar sagrado de la Patria.

CAÑONES DE ODIO CONTRA EL VALOR

Según reseñan las investigaciones históricas, a escasos días del alzamiento en La Demajagua, exactamente el 17 de octubre de 1868, los españoles, indignados por no haber podido detener la acción gloriosa de Céspedes, aprovecharon la cercanía del mar al ingenio para destruirlo con un barco de la metrópoli, bautizado como Neptuno, el cual tenía dos cañones en su parte superior.

Tanto era el odio desatado, que luego de aniquilar el ingenio, una parte de la tripulación bajó y le prendió fuego a los cañaverales, convirtiendo a La Demajagua en la primera propiedad destruida durante la Guerra Grande de 1868-1878.

El lugar quedó convertido en ruinas, pero para suerte de Cuba, en aquella tierra bendita nació un jagüey que «abrazó» para la historia una de las ruedas dentadas del antiguo ingenio.

EL MUSEO QUE HONRÓ LA HISTORIA

La Demajagua había quedado prácticamente abandonada, hasta que después del triunfo de la Revolución, y cuando se acercaba la fecha conmemorativa por el centenario del inicio de las luchas independentistas en Cuba, el 10 de octubre de 1968, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz depositó en la heroína Celia Sánchez Manduley la responsabilidad de dirigir las labores para convertir el sitio en un museo.

Los trabajos comenzaron el 21 de junio de 1968, y culminaron el 30 de agosto de 1968 con la colocación de la campana.

Durante esos meses, varios arquitectos fueron convocados para soñar un proyecto que honrara la historia de La Demajagua. Allí finalmente se realizó la construcción de un muro enchapado en lajas, que simboliza las seis etapas de lucha de la Revolución, y un pasillo pétreo que conduce hasta el sitio histórico donde se encuentra el muro que resguarda la campana del ingenio.

También como parte del complejo se erigió una sala museo donde se conservan objetos e información relacionados con el suceso y las gestas independentistas.  

Belkis Arias Corrales, técnica en museología en el Parque Museo Nacional La Demajagua, con cerca de dos décadas de trabajo en esa institución, explica que se conservan escasos objetos, pero los que existen tienen un alto valor histórico, como lo es la base de la máquina de vapor, las calderas en las que se hacía la melaza, la volanta, la catalina, un fragmento de la torre y restos de los tachos, entre otros objetos.

De igual modo, refiere la especialista, en la sala museo se resguardan vasijas encontradas en pequeñas excavaciones, cuando se realizaba la construcción del museo, además de armas utilizadas durante las guerras independentistas, fragmentos del ataúd de Candelaria Acosta (Cambula), la joven que cosió a mano la bandera del alzamiento, y varios documentos.

Por otra parte, asegura la museóloga, entre los momentos trascendentales que se han vivido en La Demajagua está su inauguración en 1968, con la presencia de Fidel y de varios comandantes del Ejército Rebelde y de la Revolución, junto a Celia; así como el retorno del líder histórico en el año 1976, cuando ocurrió la división político-administrativa del país.

También visitaron la institución Raúl y Vilma, y numerosas personalidades de la política, la cultura, el deporte, la ciencia y otras ramas, tanto de Cuba como del ámbito internacional.

Otros sucesos que han marcado la historia de este lugar, señala Arias Corrales, fueron las visitas realizadas por el niño Elián con su padre, a su regreso a la patria, y la de tres de los Cinco Héroes.

Asimismo, la declaración del Parque Museo como Monumento Nacional, el 6 de junio de 1978, simbolizó un momento de significativa relevancia para la institución.

LA CAMPANA Y SUS REPIQUES HISTÓRICOS

Para el historiador manzanillero César Martín García, quien durante casi 30 años dirigió el Parque Museo La Demajagua y, además, ha sido un apasionado y profundo conocedor de los pormenores que envuelven la historia de ese emblemático sitio, la campana, como elemento excepcional de la institución, resguarda en sí misma una valiosa leyenda.

Tras su repique glorioso del 10 de octubre de 1868, quedó sepultada entre las ruinas del ingenio, con el bombardeo que sufriera la propiedad el día 17 de octubre.

De acuerdo con Martín García, en 1869 la campana fue extraída de entre las ruinas, y llevada hasta el ingenio La Esperanza, para luego ser sepultada en un barracón para esclavos, con la intención de que fuera olvidada. Oscuro objetivo que no se logró.

Pero no fue hasta 1900 que se rescató y se trasladó hasta el entonces Ayuntamiento de Veteranos de la Independencia, de Manzanillo (actualmente Poder Popular municipal). Allí fue resguardada con celo por los patriotas de la localidad, quienes, en 1947, luego de impedir que representantes del gobierno corrupto de Ramón Grau San Martín se llevaran la campana para, supuestamente, «celebrar» la fecha del 10 de octubre, sí permitieron que aquel símbolo patrio fuera trasladado hacia La Habana, por el entonces líder estudiantil de la Federación Estudiantil Universitaria, Fidel Castro.

A pesar de que era custodiada por los estudiantes, la campana fue robada de la Universidad de La Habana por agentes corruptos del gobierno de Grau San Martín, pero ante la denuncia de Fidel y la presión popular, tuvieron que restituir la reliquia histórica.

Años después, con el triunfo revolucionario, y con la creación del Parque Museo Nacional, sería devuelta a La Demajagua.

Desde entonces, y por su simbolismo, la campana ha sido sacada de La Demajagua de forma excepcional, en cuatro ocasiones, para formar parte de acontecimientos entrañables de la nación. En todas ellas, las manos de César Martín tuvieron el honor de realizar el cuidadoso desmontaje, y su posterior reposición.

La primera vez, recuerda el historiador, fue en 1987, cuando, a petición de Fidel, la campana viajó en tren hasta La Habana, para prestigiar el v Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Cuatro años después, en 1991, otra vez el Comandante en Jefe solicitó la presencia de la campana, en esa ocasión, para que estuviera presente en el iv Congreso del Partido Comunista de Cuba, que se desarrolló en la provincia de Santiago de Cuba.

«En esa oportunidad trasladé la campana por toda la avenida 1ro. de Mayo, de Manzanillo, y llegué hasta el molino Julio Zenón, donde convoqué a un grupo de estibadores para que me ayudasen a pesarla, sobre una báscula al fiel, y allí pudimos confirmar que el peso real de la campana es de 204 libras y medias, o 94,07 kilogramos», afirma Martín García. 

Por tercera ocasión, y en vísperas de una efeméride de extraordinaria significación para el pueblo de Cuba, la campana volvió a salir de La Demajagua. Era el año 1995, y próximos a conmemorarse los primeros cien años del reinicio de las luchas libertarias, el líder histórico pidió que la campana viajara otra vez hasta la capital del país, para la sesión del Parlamento cubano, que se efectuaría el simbólico día 24 de febrero de 1995.

Hasta la fecha, la cuarta y última vez que el emblema libertario ha salido de su sitio sagrado fue para ser llevada, en el año 2016 (con la aprobación del General de Ejército Raúl Castro Ruz) hasta el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, donde se escucharon vibrantes sus repiques –en llamado al silencio total– para realizar la ceremonia de despedida física al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Hoy, víspera del aniversario 55 del Parque Museo Nacional La Demajagua, la campana sigue allí, como un símbolo de libertad.

(Con información de Granma)

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