Ofensa al Papa, al Vaticano y a la fe
¿Cómo pueden ocurrir cosas como esta?, fue la pregunta que me hice al leer en internet sobre el mediático show montado por un grupúsculo contrarrevolucionario asentado en Miami, que viajó al Vaticano –¿pagado por quién?– con la pretensión de que el Papa Francisco lo recibiera y hacerle alguna que otra historia anticubana antes de la visita que dos días después realizaría el presidente estadounidense Joe Biden a la Santa Sede.
No conozco, ni creo que alguien lo sepa con exactitud, cuántos creyentes de la religión católica hay en Estados Unidos, pero me imagino que los que sí lo sean, se sientan avergonzados de que un grupo de fanáticos, pagados por la mafia que dentro del Congreso estadounidense representa a la Florida, hayan ofendido al Papa, a la Iglesia católica y a los creyentes del mundo.
Otro tanto debe ocurrir a quienes en Cuba profesan la fe cristiana y no comparten, al contrario condenan, actos ofensivos, llenos de odio, como el orquestado para realizar en el Vaticano.
Según el diario Los Ángeles Times, como antesala del bochornoso espectáculo a las puertas de la Santa Sede, se conoció de una carta dirigida al nuncio apostólico en ee. uu. por tres congresistas republicanos de origen cubano, que dijeron sentir una «profunda decepción» por el hecho de que el Papa Francisco no haya condenado los «atroces abusos» del régimen de Cuba, ni se haya solidarizado con «las demandas de libertad del pueblo cubano».
Fueron ellos los congresistas María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, quienes en su misiva se atribuyeron el derecho que nadie les ha dado de afirmar que también «el pueblo cubano se ha sentido decepcionado por el fracaso de los líderes de la Iglesia Católica en apoyarlo contra la opresión, el abuso y la tiranía».
Además, es de poca ética –si es que les queda alguna–, que estos señores utilicen a un ciudadano como Alex Otaola, pésimo en el oficio de conducir un programa de televisión desde Miami, y aún más en su pretendido papel protagonista con la intención de convertirse en interlocutor entre grupos y ciudadanos de la mafia cubano-americana asentada en la Florida.
Su currículum no puede ser peor desde todos los puntos de vista.
Por añadidura, ¡pobre pueblo estadounidense ofendido por personajes como estos!