Plata olímpica para cubano Leuris Pupo

Desde 2019 ni Leuris Pupo ni el resto de los integrantes del equipo cubano de tiro deportivo participaban en una competencia oficial. Durante ese tiempo dedicaron cada sesión de entrenamiento a mejorar la técnica, fortalecer la condición física, afinar la puntería.

Pocas veces lograron escuchar el ruido seco de los disparos, porque la carencia de balas es una constante para este deporte. Sin embargo, hoy Leuris Pupo es otra vez medallista olímpico.

Nueve años después de su título en Londres 2012, Leuris ganó ahora una presea de plata en una competencia espectacular. Casi no puede avanzar a la final, pero en la instancia decisiva sacó la casta y la experiencia que le dan sus seis incursiones olímpicas y remontó posiciones hasta quedar solo por detrás del francés Jean Quiquampoix, artífice de unos 34 puntos que igualan el récord olímpico en poder del cubano.

Pupo consiguió 29 y ninguno de los otros cuatro rivales que tomaron parte en la final logró sobrepasarlo. Abrió discreto con una tirada de tres, pero enseguida afinó puntería y marcó otras series de cinco y cuatro dianas. Entonces comenzó la eliminación directa. Quedar último tras cada ronda implicaba decir adiós.

Primero abandonó el chino Junmin Li. Luego le tocó el turno al campeón olímpico defensor, el alemán Christian Reitz, y más tarde se despidió el sudcoreano Daeyoon Han.

Ya solo quedaban tres y Pupo tenía segura su segunda medalla olímpica. Además del oro en la capital británica, su expediente tiene un noveno puesto en Sydney, el octavo en Atenas, séptimo en Beijing y quinto en Río. Es el más grande tirador cubano de todos los tiempos.

“Si en Londres tuve un buen resultado —dice en apenas un susurro— aquí también sabía que podía hacerlo. En el mundo somos un pequeño grupo en la élite y ese fue el que llegó a la final en Tokio, así que ya los conocía y me sentía confiado”.

En la penúltima serie el chino Yueghon Li soltó primero los proyectiles, pero sus tres dianas no le bastaron para alcanzar al criollo. Desde las gradas par de banderas cubanas subieron por encima de las cabezas.

A la izquierda del grupo de cubanos, la Presidenta del Comité Organizador de los juegos, Seiko Hashimoto, observaba la competencia. En una esquina del polígono de disparos, Meinardo Torres, el histórico entrenador de los caribeños, lucía imperturbable.

Leuris disparó por última vez solo para cumplir el protocolo. El francés ya era inalcanzable y él solo quería disfrutar con los suyos una medalla de plata que confirma una gran verdad. “Hemos sabido sobreponernos a todas las carencias materiales y la falta de competencias —aseguró— y el tiro siempre ha dado la cara en los torneos internacionales”. Esta cita es el vivo ejemplo de esa consagración.

 

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